Se
trata de una novela escrita por Francisco Suniaga (2016) que finaliza una
trilogía, cuyas antecesoras son La otra
isla (2005) y Esta gente (2013). La
historia se desarrolla principalmente en la isla de Margarita, aunque el
abogado Benítez haya tenido que viajar a Caracas para comenzar con este nuevo
caso que discurre en el tiempo actual.
La
trama de la novela gira alrededor del suicidio de una ex Miss Venezuela que
había sido muy querida por todo el país. María Genoveva Herrera Becher (Beba)
había logrado el máximo galardón de la belleza nacional a finales de los años
70 y decidió poner fin a su vida a la edad de 55 años, luego de haber vivido 10
años en la isla producto de haberse separado de su esposo Alfonso Pérez Castillo,
un exitoso empresario venezolano en el ramo de los seguros.
Beba
provenía de una familia caraqueña muy adinerada, adoraba a su padre, quien
falleció tempranamente e ingresó al concurso por la presión de su madre; una
señora adoradora del teatro y que convenció a su hija a competir por la corona
para reflejar en ella lo que no pudo hacer en vida. Durante su mandato, Beba no
quiso entrar en contacto con las obligaciones superficiales que imponían haber
sido Miss Venezuela, prefirió dedicarse a las obras sociales de manera genuina,
de allí que la gente la quería tanto. Se puede decir que fue la primera Miss que
comenzó una larga era que identificó al país internacionalmente con la belleza
y que dura hasta nuestros días, cuyo suicidio representa -quizás- el final de
todo lo hermoso que quedaba en nuestro país.
Decidió
poner fin a su vida en su lugar favorito de la Isla, disparándose en el pecho. El
único testigo del hecho fue un pescador (Toribio Jiménez), quien a la postre
sería apresado por haberlo considerado el asesino de la Miss, ya que robó las pertenencias
de la fallecida, entre ellas, el arma. El jefe de la policía en Margarita siempre
manejó (y nunca descartó) la hipótesis de que se trataba de un asesinato y, no
obstante ello, defendió los planes de seguridad para aplacar los altos índices
delictivos en la Isla.
Desde
el primer momento Alfonso Pérez Castillo supo que se trataba de un suicidio
debido a que Beba dejó una nota en la que pedía que nadie se sintiera culpable
por su decisión, pero que nunca revelaron a la policía y por eso apresaron al
pescador. En virtud de ello, el viudo contactó al reconocido Despacho de
Abogados en Caracas (White, Palacios & Mendoza) con quienes trabajaba todo
lo relacionado con su compañía para que dieran con la causa que llevó a Beba a
quitarse la vida. WPM recomendó para llevar a cabo esta investigación al
abogado Benítez, quien formó parte de ese Despacho, pero que debido a su
personalidad preocupada y deferente con sus clientes hizo que no pudiera seguir
en el Despacho y siguiera su carrera en su Margarita natal.
Lo
paradójico del caso es que el suicidio sucedió semanas antes de que se
celebrara el Miss Venezuela en la Isla. Un certamen que representa un éxito
empresarial enorme como marca internacional y que año a año se ha venido disminuyendo,
pero que en esa edición se quería relanzar como el inicio de una nueva era del
concurso que ya no se llevaría a cabo en el país, quizás haciendo alusión a una
Venezuela saudita que se nos escapa de las manos y de empresarios cansados de
bregar con la realidad.
Benítez
en sus investigaciones se entrevistó con varias personas, entre ellas, una ex
Miss que antes que Beba intentó suicidarse junto con su novio en un pacto de
amor, pero que afortunadamente no acabó con su vida. También interrogó al
acusado del supuesto crimen, quien lejos de ser un asesino, fue la persona que
intentó que Beba dejara la vida de la manera más decorosa posible. Benítez
conversaba con respecto al caso con su gran amigo Pedro Boadas, un psiquiatra
que solo lo ayudó a concluir que es prácticamente imposible conocer por qué
tomó esa decisión.
A
pesar de la muerte de Beba, el Miss Venezuela se llevó a cabo con un sentido
homenaje para la ex reina y que a pocos minutos de haber comenzado había alcanzado un
nuevo récord de raiting. A la mitad
sería saboteado por el Colectivo Mujeres Socialistas Bolivarianas Manuela Sáenz,
quienes de manera arbitraria -en cadena nacional- decidieron celebrar el Señorita Venezuela Socialista con una
representación de mujeres que demostraban la belleza de la venezolana alejado
de los cánones impuestos por el imperialismo, esto es, que por vía de fuerza impusieron su visión sobre esta parcela de la realidad, lo que a la postre reafirmaría la decisión de
que el concurso ya no se celebre más en nuestro país.
Lo
valioso de la novela va más allá de su impecable narrativa e interesante
historia, es una constante invitación a la reflexión de la situación actual del
país, en donde se nos muestra que el mejor momento de Venezuela fue el menos
reconocido en términos de este concurso y que durante el transitar hacia este
ocaso se invierte la relación; hemos ganado incluso dos Miss universos
consecutivos cuando peor hemos estado como país. El autor nos muestra una
Venezuela que se nos escapa y que hoy en día parece un país que quiso, pero que
no pudo.