Es una novela inacabada de Franz
Kafka, escrita en 1922 y publicada póstumamente en 1926. Es una obra densa y
uno de los relatos que más se identifica con el adjetivo kafkiano.
El personaje principal de la historia se llama simplemente K y sobre el que no podemos estar seguro de
que se trata
del agrimensor que dice ser o que su intención haya sido llegar a la aldea del castillo, aunque ninguna de estas
cosas sea desmentida por el castillo que representa a la Administración Pública burocrática moderna y
que en definitiva lo contrató.
El transcurrir de los días de K en
la aldea tienen como verdadero fin que se le reconozca como el agrimensor
oficial, tanto por los aldeanos como por los integrantes de la Administración Pública. En esa tarea fracasa desde el primer día, toda vez que en el
castillo le dicen que nunca podrán recibirlo, de manera que su interrelacion
con esa Administración es a través de mensajes con la intermediación de terceros.
Así, la Administración Pública se presenta ante K como una organización sin rostro, pero que
es capaz de decidir sobre la vida de cada uno de los aldeanos -incluyendo a K-
y cuyas resoluciones no se conoce quién las toma, sobre qué base, cómo o para qué. A ese personaje le obsesiona
entrar en contacto con ella, sus jerarcas y representantes con el objeto de
obtener el reconocimiento que tanto parece importarle y para revisar lo
concerniente a sus funciones.
Conversar con los funcionarios es
prácticamente imposible, ya que ellos bajan del castillo a la aldea por muy
breves momentos, están muy ocupados y en general desinteresados de la población, con quienes sólo entran en contacto si en función de su trabajo
deben sostener algún tipo de entrevista o interrogatorio. De hecho, el
funcionario que K más desea ubicar, llamado Klamm, se torna escurridizo y prácticamente nadie
parece saber quién es, muestra de ello lo evidencia el siguiente pasaje de la
novela:
“Su aspecto es distinto cuando viene al pueblo y cuando lo abandona;
diferente antes de beber una cerveza y diferente después; diferente despierto,
diferente dormido, diferente solo, diferente en conversación y, lo que resulta
comprensible tras todo esto, casi completamente diferente en el castillo. Y se
han constatado varias diferencias en el mismo pueblo, diferencias en la altura,
la actitud, la corpulencia, el bigote, sólo respecto a los trajes coinciden los
informes, siempre lleva el mismo traje, un traje negro con largos faldones” (p. 134).
La imposibilidad de que K entre en
contacto con la Administración o sus funcionarios no hacen que éste se plantee,
debido a la desesperación, abandonar la aldea, pues en los peores momentos
siempre recibe un mensaje del castillo que logra esperanzarlo.
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