Es un cuento
escrito por Horacio Quiroga. No se encuentra en sus libros de cuentos, pero
puede ubicarse en la obra que recoge ese y otros relatos publicados en periódicos
y revistas intitulada Cuentos dispersos (1906).
La historia versa
sobre la enseñanza a los niños en el colegio respecto a la igualdad. Sin
embargo, siguiendo la trama es difícil saber en qué consiste tal igualdad,
de ahí que entre una de las alumnas y su padre se lleve la siguiente
conversación:
“—¿Y en qué somos iguales, papá?
—¿En qué, mi
hija?… Allá te habrán respondido que por ser todos
hijos de Adán, o iguales ante la ley o las urnas, qué sé yo… Cuando seas más
grande te diré más”.
Si se analiza con
cuidado la obra, parece confundirse igualdad con respeto. Particularmente,
la igualdad debe surgir primordialmente en la ley concebida como normas
generales y abstractas, de ahí que pueda colegirse el derecho de igualdad ante
la ley. Esa igualdad debe asegurar evitar la intervención del Estado en la
realización del individuo en la esfera de su proyecto de vida a través de la
imposición de condiciones que coarten su libertad. La ley debe garantizar,
precisamente, esa libertad. El relato permite una discusión profunda para
dilucidar qué es concretamente la igualdad.
Puedes leer ese cuento
aquí.